Por Agustín Gómez
El nuevo sistema de autobuses rápidos que se instauró este lunes en Sudáfrica, más precisamente en Johannesburgo, causó mucha bronca en los taxistas de esa ciudad, quienes sienten que les quitan “gran parte de su fuente de trabajo por ser competencia directa”.
La obra se realizó pensando en el Mundial que se disputará en el país africano.
Esta nueva modalidad tiene como objetivo facilitar y a la vez acelerar el transporte de personas que utilicen el servicio de los autobuses, que recorrerán 25 kilómetros y unirá el barrio Soweto con el centro de Johannesburgo.
Además de amenazar de muerte a los conductores de los autobuses, el gremio de taxistas de Sudáfrica –abarca el 70% del transporte público de corta distancia- hizo una importante huelga en la que, entre otras cosas, balearon a los “nuevos colectivos”. El saldo fue de dos heridos, uno de ellos un policía.
Las manifestaciones y la violencia se repiten constantemente, como así también la disconformidad de los trabajadores –ya habían parado las obras de los estadios al reclamar un aumento de sus salarios-. Así está Sudáfrica, cuando apenas restan 10 meses para el comienzo del Mundial.
El nuevo sistema de autobuses rápidos que se instauró este lunes en Sudáfrica, más precisamente en Johannesburgo, causó mucha bronca en los taxistas de esa ciudad, quienes sienten que les quitan “gran parte de su fuente de trabajo por ser competencia directa”.
La obra se realizó pensando en el Mundial que se disputará en el país africano.
Esta nueva modalidad tiene como objetivo facilitar y a la vez acelerar el transporte de personas que utilicen el servicio de los autobuses, que recorrerán 25 kilómetros y unirá el barrio Soweto con el centro de Johannesburgo.
Además de amenazar de muerte a los conductores de los autobuses, el gremio de taxistas de Sudáfrica –abarca el 70% del transporte público de corta distancia- hizo una importante huelga en la que, entre otras cosas, balearon a los “nuevos colectivos”. El saldo fue de dos heridos, uno de ellos un policía.
Las manifestaciones y la violencia se repiten constantemente, como así también la disconformidad de los trabajadores –ya habían parado las obras de los estadios al reclamar un aumento de sus salarios-. Así está Sudáfrica, cuando apenas restan 10 meses para el comienzo del Mundial.
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