viernes, 31 de julio de 2009

Papelones arbitrales

Por Santiago Velilla Delsol


En todos los partidos de la historia de los Mundiales hubo siempre un árbitro que marque, o no, las leyes del juego. Esa figura tan maltratada en el mundo del fútbol, aplastada por las hinchadas, amacigada por el periodismo, ridiculizada por jubilados, vecinas chusmas y niños que nada saben del tema es quien imparte justicia dentro de las canchas.

Como son vitales la pelota, los jugadores y los arcos, la falta del juez del juego sería incompatible con la vida de este deporte profesional, las grescas se multiplicarían y no habría partido que no terminase a las piñas si él no estuviese.

De cualquier manera, algunas críticas son ciertas. Árbitros que han cobrado goles inválidos, que festejan tantos de algún equipo escudándose de que “les salió bien la ley de ventaja”, que les sacan tarjetas a sus mismos ayudantes, o que insultan a los jugadores con cosas como: “¡te desbordan todos, Martínez!”.

Pero eso no es todo, en la competencia cumbre del balompié global han sucedido hechos dignos de olvidar, o acordarse para que no vuelvan a suceder, o acordarse para reírse, o acordarse para alardear de buena memoria, o hacer lo que a cada uno le plazca.

Por ejemplo en Italia 90, cuando durante la semifinal disputada entre el país anfitrión y Argentina el árbitro francés Michel Vautrot adicionó nada más que ¡8 minutos al tiempo suplementario! Y luego se justificó y eximió de todo problema y señalamiento al decir que se “olvidó del tiempo y por eso siguió jugando”.


Pero aunque esto de estar tan entusiasmado con el juego como para olvidarse del tiempo del partido sea un papelón, no se compara con lo del colegiado inglés Graham Poll.

En Alemania 2006, Australia hacía historia al acceder a la segunda fase por primera vez en dos mundiales. El partido que definió el pase de los oceánicos fue empatado 2 a 2 con Croacia.

En ese juego, el réferi británico amonestó por una fuerte patada al jugador croata Josep Simunic a los 62 minutos. Con el partido caliente y tras ser empatados dos veces por Australia los jugadores europeos se salieron de sus cabales y comenzaron a repartir patadas sin discreción, lo que le valió la segunda amarilla a Simunic a los 90 minutos. Cuando todo el mundo creía que iba a ser expulsado, Poll reanudó el juego y lo finalizó a los pocos minutos.


Instantes después de sentenciadas las acciones, el jugador croata doblemente amonestado tuvo el descaro de ir a protestarle al juez, quien ante el agravio del reproche le sacó la tercera amarilla, para expulsarlo de una vez por todas.

Por suerte para los futbolistas y seguidores del deporte, Graham Poll se retiró de las competencias internacionales después de esa mala experiencia.

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