martes, 28 de julio de 2009

Papelón a la africana

Por Sergio Pullara

Que el fútbol africano ha mejorado notoriamente en los últimos tiempos no es ninguna novedad. Basta con recordar a varias selecciones del continente que hicieron papeles más que dignos en las distintas ediciones de la Copa Mundial de la FIFA, como Nigeria en Francia 1998 que superó con suma tranquilidad la primera fase y que dos años antes se había quedado con la medalla dorada de fútbol en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. O el simpático conjunto de Senegal, que en Corea-Japón 2002 llegó hasta los cuartos de final y que, incluso, se dio el gusto de derrotar a la poderosa Francia en el partido inaugural del certamen.

P
ero no todos los países hicieron quedar bien al continente africano a lo largo de la historia en cuanto a lo que el juego de la pelota se refiere.

Alemania era la gran sede del campeonato mundial celebrado en 1974, y contaba con la novedosa aparición de un conjunto de morochos y robustos jugadores que se autodenominaban “los leopardos”, representantes de la República de Zaire (actualmente República Democrática del Congo).

Atrás habían quedado los partidos eliminatorios frente a Togo, Camerún, Zambia y Marruecos, y el sueño de participar en un torneo de tal magnitud se había cumplido para la revelación africana. Incluso Mobutu Sese Seko, presidente del país en aquel entonces, estaba tan entusiasmado con su equipo que donó dinero de su propio bolsillo para contratar al entrenador yugoslavo Blagoje Vidinic (ex arquero de su seleccionado). Además, puso a disposición del plantel su avión privado para los viajes e incentivó a los jugadores con coches y terrenos gratis para todos.

El primer problema apareció al sortearse el complicado grupo en el que estaría Zaire: Escocia aparecía en primera instancia, para luego chocar con Yugoslavia y posteriormente con el Brasil que venía de consagrarse en México 1970.
Pero lejos estuvo esa situación de apichonar a los leopardos, que salieron a enfrentar al combinado proveniente del Reino Unido con un ofensivo planteo táctico: 4-2-4. El resultado no fue el esperado, ya que Zaire cayó por 2 a 0. Sin embargo, en los años siguientes verían como una victoria ese marcador, ya que todavía ni se imaginaban lo que estaba por acontecer…
La historia debía continuar, pero el destino no estaba del lado de los humildes morochos. La previa del encuentro con Yugoslavia ya había sido conflictiva: el director técnico Vidinic fue acusado de no querer ganarle a su país de origen, luego de expulsar de la concentración a unos brujos que pretendían mejorar la performance del plantel. Quizás autorizar la macumba le hubiera servido al entrenador para que no lo miraran de reojo, ya que sus dirigidos fueron destrozados por los europeos por ¡9 a 0!

A los 18 minutos del primer tiempo, los leopardos ya caían 3 a 0. La desesperación de Vidinic llevó a tomar la decisión de incinerar a su arquero Muamba Kazadi, ya que lo reemplazó inmediatamente por Dimbi Tubilandu, quien finalmente debió ir a buscar el esférico adentro del arco en seis oportunidades más.

Pero a la pesadilla todavía le quedaba un capítulo más. El máximo mandatario del país africano, que ya no demostraba estar tan ilusionado y conforme con los jugadores, le hizo llegar al plantel un mensaje corto pero concreto: “Si pierden por más de 4 goles contra Brasil, mejor quédense en Alemania”. Y sus palabras tuvieron el efecto esperado. Entonces… ¿Zaire venció al multicampeón mundial? Por supuesto que no, pero sólo fue derrotado por 3 a 0, lo que permitió que los morochos regresaran a su república sin tanto miedo.

Aquel encuentro conserva, hasta la actualidad, uno de los momentos más absurdos y tontos de la historia del fútbol. Brasil tenía un tiro libre a favor en la puerta del área de los leopardos, mientras estos últimos no paraban de adelantar la posición de la barrera. Finalmente, el árbitro rumano Nicolae Rainea pitó su silbato para que la falta fuera ejecutada. Lo curioso e increíble fue que la pelota no partió de ningún pie sudamericano, sino que fue rechazada por el lateral africano M’wpu, que formaba parte de la barrera. Nadie entendía la situación y mucho menos cómo aquel defensor era capaz de discutirle al referí la jugada, luego de que éste lo amonestara.

Así terminó la única participación de Zaire en una Copa del Mundo, que dejó muy mal parado al fútbol de su continente, pero que fue una gran diversión para los espectadores. Tal vez la comida que ingirieron durante su estadía en Alemania no estaba en buen estado y eso los perjudicó. Se debe destacar que acostumbraban almorzar y cenar monos asados, importados exclusivamente desde las selvas africanas, y quizás estaban tan poco cuerdos como la simpática chimpancé Chita que vivía junto a Tarzán.

VIDEO DEL BLOOPER ANTE BRASIL:

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