jueves, 25 de junio de 2009

Un día como hoy, hace 31 años

Por Sergio Pullara

Más de 70 mil personas eufóricas y expectantes se habían acercado a la función que tendría lugar en el Estadio Monumental de Nuñez el 25 de junio de 1978, hace exactamente 31 años. El escenario presentaba a los dos mejores seleccionados de la Copa Mundial de fútbol: Argentina, país organizador que anhelaba conquistar su primer título, y Holanda, combinado que había sido subcampeón en el campeonato de Alemania 1974.

Mientras una lluvia de papeles les daba la bienvenida a los actores principales del espectáculo del deporte más popular del mundo, detrás del telón se desarrollaba una obra abrumada por el dolor y la muerte. Sus protagonistas eran las desafortunadas almas desgarradas y destinadas a sufrir la cruel voluntad de aquellos que decían gobernar y llevar a la nación por buen camino.

El partido era muy disputado y el nerviosismo aumentaba y acechaba los corazones de los fanáticos albicelestes que ocupaban las gradas. Finalmente, Mario Kempes, en dos ocasiones, y Daniel Bertoni convirtieron los goles que le dieron el título al país organizador, que ganó por 3 a 1. Dick Nanninga había empatado transitoriamente el encuentro para los europeos.

En el escenario, la función resultó perfecta. Los 25 millones de argentinos que jugarían el mundial, según la canción oficial, invadieron las calles de cada rincón del territorio de la república para festejar el primer campeonato obtenido por la Selección. Quizás la coalición de euforia y alegría formaron una suerte de muro oscuro que no permitía apreciar las atrocidades que acontecían detrás de escena.

Al mismo tiempo que el militar, y director de esta obra, Jorge Videla se aseguraba el éxito de su espectáculo, a menos de mil metros del Monumental, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), funcionaba uno de los tantos centros clandestinos de detención y tortura, en los que los gritos desesperados de los privados de su libertad eran silenciados por la multitud que vitoreaba el triunfo futbolístico.

Así se cerró el telón de una representación que ofrecía, simultáneamente, historias paralelas que respondían a las dos máscaras clásicas del teatro. Por un lado, la comedia, manifestada en la felicidad de los fanáticos que celebraban la gloria deportiva. Detrás de escena, la tragedia, protagonizada por las 30 mil personas desaparecidas y asesinadas, víctimas de la dictadura más sangrienta que vivió Argentina.

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